La Carreta del Diablo
Hace muchos años, el Diablo, transformado en huaso elegante, vestido de negro, solía pasearse en
Hace muchos años, el Diablo, transformado en huaso elegante, vestido de negro, solía pasearse en
A la semana de habernos instalado en casa del abuelo, mi madre me invitó a conocer a su amiga de enfrente. La casa era antigua, tanto como la nuestra. Tenía aspecto de retablo típico: el cierre de ligustrinas sin podar, la puerta de madera y alambre. Un viejo parrón cargado con racimos de uva blanca y bajo éste un rústico asiento de madera sobre el cual dormitaba una anciana. Entramos sin golpear.